Bien lejos
Cumpleaños
número treinta y cuatro.
Recibo muchos
más mensajes de los que mando en un año.
Gente que me
quieren.
Sólo eso
alcanzaría para hacer sentir a una persona feliz.
Pero durante la
mañana, cuando me levanto,
escucho la
lluvia golpeando el techo del patio.
Acostado con mi
gata, durmiendo.
Y la lluvia
afuera.
Lo primero que
pienso es en la bici
y enseguida suspender
mis compromisos sociales.
Pero obvio, no
puedo, es mi cumpleaños.
Me deprimí. Y
seguí así todo el día.
Como explicarles
lo que una
mañana lluviosa de domingo
puede hacer con
mi cerebro.
Horas más tarde,
rodeado de gente,
frente al fuego
de una vela,
sonriendo como
un idiota;
deseando,
intensamente,
subirme a la
bicicleta y pasar horas, días , años.
El movimiento
mecánico, el viento de frente,
la ciudad a los
costados
y la música
recorriéndome el cuerpo.
Sin pensar.
Lejos, bien
lejos, donde nadie sepa mi nombre.
Julian
Ferreira
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