sábado, 29 de junio de 2019

Hijos de las máquinas (Publicado en la antología poética Más allá del espejo)

Hijos de las Máquinas

El tiempo pasa.
Debajo de las uñas siento la piel curtida,
el metal y el agua fría,
las gotas de grasa que recorren mi espalda.
Entre los discos de la columna
el líquido espumoso hirviendo sobre el acero.
Mientras, el tiempo pasa.
Los coches dejan de escucharse,
los pájaros desaparecen de las ventanas.
Trepa por el pulmón de la manzana,
entre caños y cables, el hollín,
deja su marca.
Imborrable en la memoria de los pibes
que se asoman y miran desde las medianeras, el patio,
vacío y sucio.
Afuera, la gran ciudad,
caliente todavía, prohibida para ellos,
desaparece.
Mientras, el tiempo pasa.
Se hace de noche, de a poco,
yo sigo trabajando a cambio de nada,
como los demás.
Hijos de las máquinas,
fumándose las horas, adorando pantallas,
desesperados de belleza,
orgullosos de ellos mismo,
ebrios de toda esa guita que no tienen.
Y no van a tener.
Nunca.
Mientras, el tiempo pasa.

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